Jorge Luis Borges

A un gato
No son más silenciosos los espejos 
ni más furtiva el alba aventurera; 
eres, bajo la luna, esa pantera 
que nos es dado divisar de lejos. 
Por obra indescifrable de un decreto 
divino, te buscamos vanamente; 
más remoto que el Ganges y el poniente, 
tuya es la soledad, tuyo el secreto. 
Tu lomo condesciende a la morosa 
caricia de mi mano. Has admitido, 
desde esa eternidad que ya es olvido, 
el amor de la mano recelosa. 
En otro tiempo estás. Eres el dueño 
de un ámbito cerrado como un sueño. 
El oro de los tigres (1972)


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